Escuchar bien a los demás: la escucha activa

Hay muchos problemas de relación con los demás que se podrían solucionar con algo tan sencillo como ESCUCHARLES BIEN.

¡Cuántos problemas de pareja, de familia o de trabajo se evitarían con esta fórmula! Escuchar bien puede no resultar fácil al principio, porque nadie nunca se ha parado a enseñarnos como hacerlo, y porque normalmente estamos más ocupados/as en que nos escuchen que en escuchar a la otra persona. 

Pero una vez que se empieza a practicar, vemos que tiene resultados casi mágicos en quien nos habla, mejorando su actitud y la situación probemática de manera increíble y rápida, sin hacer nada más que escuchar atentamente. Escuchar al otro/a es respetarlo, demostrarle que nos importa y que lo apreciamos, que queremos arreglar los problemas con él/ella y que aunque no estemos de acuerdo siempre vamos a tener en consideración lo que opine. Produce también en quien se siente escuchado tranquilidad, bajando el tono de la discusión o conversación, y escuchando activamente por turnos a la otra persona se consigue una conversación mucho más fluida y relajada, lo que hace sencillo llegar a entenderse y a lograr acuerdos. No se trata de dar la razón a los demás para que se callen, al contrario, es dar nuestra opinión con calma pero también escuchar con la misma calma a la otra persona y sus razones y sentimientos.

Vale la pena empezar hoy mismo con ello... 

La escucha activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla. La escucha efectiva tiene que ser necesariamente activa por encima de lo pasivo. La escucha activa se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo. Para llegar a entender a alguien se precisa asimismo cierta empatía, es decir, saber ponerse en el lugar de la otra persona pero sin dejar perder nuetro punto de vista.


Elementos que facilitan la escucha activa:

Disposición psicológica: prepararse interiormente para escuchar. Armarse de la paciencia necesaria para escuchar con atención durante unos minutos los argumentos que nos van a exponer, aunque sepamos de antemano que no estaremos de acuerdo con ellos.
Expresar al otro que le escuchas, usando la comunicación verbal (ya veo, umm, uh, etc.) y no verbal (contacto visual, gestos, inclinación del cuerpo, etc.).


Elementos a evitar en la escucha activa:

No distraernos, porque distraerse es fácil en determinados momentos. La atención  disminuye a medida que el mensaje continua . Hay que tratar de combatir esta tendencia haciendo un esfuerzo especial con objeto de que nuestra atención no decaiga.
No interrumpir al que habla, aunque ya sepamos lo que va a decir o estemos deseando expresarle nuestras opiniones. Dejémosle hablar hasta el final de su argumentación.
No juzgar ni mostrar desaprobación abiertamente con palabras o gestos al principio, ya que eso pone al otro/a en nuestra contra y le puede poner más nervioso y menos proclive a escucharnos luego a nosotros/as. Cuando termine de hablar, ya le expondremos nuestra opinión.
No rechazar lo que el otro esté sintiendo, por ejemplo: "no te preocupes, eso no es nada". Es mejor decirle por ejemplo "Comprendo perfectamente tu preocupación, pero ese problema tiene arreglo...". De esa manera le damos apoyo emocional y le mostramos que le comprendemos, por lo que estará más receptivo/a y menos agresivo/a para escuchar lo que le digamos a continuación.
No contar "tu historia" cuando el otro necesita hablarte. A veces la gente solo necesita desahogarse y que la escuchen, no siempre necesitan o desean recibir consejos o escuchar contraargumentos a lo que cuentan.
No contraargumentar precipitadamente. Por ejemplo: el otro dice "me siento mal por..." y tú respondes "y yo también". 
Evitar el "síndrome del experto": ya tienes las respuestas al problema de la otra persona, antes incluso de que te haya contado la mitad. Habla con cierta humildad y dejando claro que es tu opinión, y no la fórmula mágica que solo tú conoces y la otra persona ignora. La soberbia y la superioridad moral no ayuda nada a que la otra parte se muestre receptiva y relajada.

Habilidades para la escucha activa:

Mostrar empatía: Escuchar activamente las emociones de los demás es tratar de entender sus motivos. Es escuchar sus sentimientos e intentar entender lo que siente esa persona. No se trata de mostrar alegría, si siquiera de ser simpático/a. Simplemente, que somos capaces de ponernos en su lugar. Sin embargo, no significa aceptar ni estar de acuerdo con la posición del otro. Para demostrar esa actitud, usaremos frases como: “entiendo lo que sientes”, “noto que...”, "sé lo que dices...", "es normal que pienses así...".

Parafrasear. Este concepto significa verificar o decir con las propias palabras lo que parece que el emisor acaba de decir. Es muy importante en el proceso de escucha ya que ayuda a comprender lo que el otro está diciendo y nos permite comprobar si realmente se está entendiendo y no malinterpretando lo que se dice. Un ejemplo de parafrasear puede ser: “Entonces, según veo, lo que pasaba era que...”, “¿Quieres decir que te sentiste...?”.

Emitir palabras de refuerzo o cumplidos. Pueden definirse como verbalizaciones que suponen un halago para la otra persona o refuerzan su discurso al transmitir que uno aprueba, está de acuerdo o comprende lo que se acaba de decir. Algunos ejemplos serían: "Esto es muy divertido"; "Me encanta hablar contigo" o "Debes ser muy bueno jugando al tenis". Otro tipo de frases menos directas sirven también para transmitir el interés por la conversación: "Bien", "umm" o "¡Estupendo!".

Resumir lo que nos han dicho: Mediante esta habilidad informamos a la otra persona de nuestro grado de comprensión o de la necesidad de mayor aclaración.

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