Amor patológico. ¿Es un amor sano o es un amor dependiente?

El amor es algo bueno, enriquecedor y que nos proporciona felicidad. Cuando una relación nos provoca malestar, nervios o tristeza con frecuencia, algo va mal...

Para empezar, definamos el amor dependiente. ¿Qué es? ¿Cómo reconocerlo?Veamos algunas de sus características, las que yo creo que son más representativas y dan pistas más claras para detectarlo.


 La persona que es dependiente emocionalmente:

-Inconscientemente busca aprobación constante y signos de amor. “Si no opino como tú, es que no te amo, así que te doy la razón en todo, así seremos almas gemelas. Aunque yo pierda por completo mi personalidad.”

-Intercambia su propia identidad con la de su pareja, reaccionando a los problemas y  las frustraciones de la pareja como si fueran suyos. “Si has tenido una bronca con alguien, yo debo estar igual de disgustad@ que tú, si no, no me amas lo suficiente (o viceversa)”.

-Valora habitualmente como verdades absolutas las opiniones y pensamientos de su pareja, siempre piensa que sabe más que él/ella, y si tiene una opinión diferente a la de su pareja, la normalmente renuncia a su propio pensamiento y pasa a pensar y argumentar lo mismo que la otra persona.

-No suele tener amistades propias al margen de la pareja, y si las tiene se va alejando de ellas. Tampoco le gusta nunca quedar con gente sin estar con su pareja.

- Necesita el amor como si fuera algo imprescindible para la vida. “Sin tí no soy nada. Si no fuera por tí, no valdría la pena vivir. Si me dejas, me muero…”

- Se involucra completamente con la otra persona, descuidando su propia vida, su círculo social y sus intereses. Piensa algo así como que es una sombra del otr@, y debe ser igualit@ que su pareja, sin intereses ni relaciones sociales propias. Esto suele aburrir e incomodar a la pareja, que se puede sentir invadida y ve al otro como alguien necesitado, dependiente e inferior a él/ella.

-Abandona todo por la relación. Se aleja de SÍ MISMO/A y de sus amistades y familia, se preocupa y focaliza el pensamiento y el sentimiento en el comportamiento del otr@, todo gira en torno a lo que la pareja decida, a sus gustos, su modo de vida, sus ideas...

-Puede sentir desesperación y desolación de solo pensar en perder a su pareja. Se pega a la otra persona, piensa constantemente en que podría perderl@, y no soporta esa idea, pero a pesar de ello, dedica muchos pensamientos al día a este tipo de conjeturas, con el consiguiente sufrimiento innecesario que conlleva.

- Aparecen los celos y la posesividad. Necesita saber a todas horas dónde y con quién está su pareja, qué hace y hasta CÓMO SE SIENTE Y QUÉ PIENSA EN TODO MOMENTO.

- Muchos/as dependientes continúan manteniendo relación con sus ex parejas, aún teniendo nueva pareja, coqueteando con ellas, en un penoso esfuerzo por mantener su interés y atención y sentirse menos fracasados/as y más valiosos/as.

-Si la relación se termina (y suele terminarse, por el cansancio de la otra persona de un amor tan controlador y absorbente), se siente desesperado/a, sin autoestima, no querido/a, amargado/a, resentido/a, vengativo/a, con pánico y hasta con pensamientos suicidas.



Posiblemente nos hemos reconocido en alguna de estas afirmaciones, en un momento concreto. El problema, como siempre en psicología, la diferencia entre lo normal y lo patológico reside en la intensidad o en la duración de las conductas o sentimientos. Es apego y no amor cuando la mayor parte del tiempo nos sentimos y pensamos así, y cuando son pensamientos de tal intensidad que nos provocan un dolor casi insoportable.

Es fácil detectar un amor dependiente, por una razón: ES INSATISFACTORIO PARA LAS DOS PARTES DE LA PAREJA (a no ser que ambos sean dependientes emocionalmente)El/ la dependiente sufre constantemente porque no se siente suficientemente querid@ y valorad@, y porque tiene un pánico mortal a perder a la pareja. Ésta, por su parte, se siente agobiada por el control y absorbencia del otr@, y además se suele aburrir de tener a su lado a una persona sin personalidad propia (más bien, sin demostrar que la tiene, porque la tiene), sin intereses diferentes de los suyos, sin aficiones ni amistades propios…

Nuestra forma de amar (a la familia, amig@s, pareja…) es muchas veces un reflejo de nuestra personalidad. Si amamos de forma dependiente, probablemente esta dependencia sea un rasgo característico de nuestra personalidad. Entonces buscaremos ávidamente el amor y atención de quienes nos rodean, y nunca nos parecerán suficientes las muestras de cariño y afecto, seremos un@s etern@s insatisfech@s, mantendremos relaciones que no nos aportan nada bueno, si no que nos llenan de sufrimiento, y acabaremos con la autoestima completamente por los suelos, entre otras muchas desventajas de este tipo de amor.

¿Y por qué el dependiente sufre tanto, y actúa así, si eso no le hace feliz?

Fundamentalmente, yo diría que es por falta de IDENTIDAD PERSONAL.
Son personas que, por la razón que sea (sería largo analizarlo) no han desarrollado su identidad propia, no han experimentado su forma de ser verdadera ni en la infancia, ni en la adolescencia, ni en la vida adulta. Entonces, actúan como los parásitos. Para conseguir lo que les falta, LO TOMAN DE OTRA PERSONA. No conocen su personalidad, así que toman prestada la de otra persona y la parasitan, la adoptan y se reflejan en ella.


Es algo así (exagerado y con mis palabras):
“No soy nadie. En cambio, mi pareja sí lo es, así que, si me identifico con ella, voy a poder pensar como ella, sentir lo que siente, tener las amistades que ella tiene, tener sus problemas, su vida, ser como ella. Seremos una sola persona, y yo por fin seré alguien. Es igual que sea mala persona, o que me ignore. Al menos, seré alguien, es mejor que no ser nada”.

(Donde dice pareja, podéis poner también la palabra hijo/a, padre/madre…)
Las personas dependientes viven la vida de otro/a, sus problemas, sus alegrías… Renuncian a sus actividades y a su pensamiento y sentimiento para vivir uno prestado. No podemos hacer eso, es un camino directo al fracaso personal. Es infinitamente mejor vivir la vida propia, por difícil que nos parezca.




Y por el contrario, en las relaciones de amor sanas, ocurre lo siguiente:

-Nos sentimos seguros/as, con autoestima, y sabemos que valemos sin la aprobación del otro. “Yo valgo lo que valgo, al margen de lo que opinen mi pareja, y el resto del mundo” Ahí, con autoestima. Es bueno practicar este tipo de pensamientos.

-Nos otorgamos mutuamente espacio para crecer, apoyando las necesidades y metas del otro/a. Queremos que nuestra pareja se desarrolle (profesionalmente, personalmente...), y la ayudamos a hacerlo, y viceversa.


-Tenemos intereses separados, amigos/as distintos/as y relaciones significativas con amigos/as y parientes independientes de cada uno/a.

-Confiamos en nuestra pareja plenamente, y estamos comprometidos con ella y con la relación. No necesitamos inventarnos historias raras, ni pensar en cómo nos sentiremos si nos abandona. Si eso ocurre, ése será el momento de pensar en ello y buscar una forma adecuada de reaccionar, NO ANTES. La "tortura preventiva" es nociva para la salud.

-Queremos y nos comprometemos a negociar cualquier conflicto que aparezca.

-Aceptamos totalmente a la otra persona, tal como es, y LA AMAMOS POR ELLO, y queremos su individualidad. NO QUEREMOS QUE SUFRA CUANDO NO ESTAMOS JUNTOS, QUE NO PUEDA VIVIR SIN NOSOTR@S, O QUE SOLO SE DIVIERTA A NUESTRO LADO. Deseamos que sea independiente y autosuficiente, porque eso es lo mejor para ella.

-No tomamos posesión de los conflictos y temas del otro/a, ni buscamos que nuestra pareja nos arregle los nuestros, aunque estemos y esté a nuestro lado siempre que nos haga falta.

-Le damos apoyo al otro/a, y no intentamos cambiar, alterar o forzar sus opiniones por las nuestras. Las valoramos, y aceptamos las diferencias como normales y enriquecedoras, sin menospreciar las nuestras ni las suyas.

-Disfrutamos de su compañía como también disfrutamos estando solos/as. No necesitamos que esté presente en todas las actividades de nuestra vida para sentirnos bien y realizados/as.

- Si la relación termina, querremos que nuestra expareja esté bien y sea feliz. Aunque quisiéramos que la relación durase para siempre, somos lo suficientemente sanos y maduros como para comprender que, si ya no se puede mantener la relación, lo mejor es dejarla. Y nosotros/as, como nuestra pareja, pasado el tiempo, seguiremos vivos/as y felices.

Para quien esté más interesad@ en el tema, le recomiendo el libro “Amar o depender”, de Walter Riso, muy interesante y muy claro, nada complicado de leer y con muchos casos prácticos de su consulta.

Marta Rodríguez Álvarez
Centro ALECÉS
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(CITA PREVIA)

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