La depresión infantil

Desde los años 70, se ha reconocido la depresión infantil como un concepto científico, y sus síntomas se manifiestan en ocasiones de manera distinta a los de la depresión en la población adulta. 

Los síntomas clave de la depresión infantil en menores de 12 años son:

*Tristeza y pérdida de interés, que se suelen manifestar en niños/as como irritabilidad, rabietas, rebeldía...  y como menos interés en jugar con amigos o en ocupaciones que antes disfrutaba. También se puede notar un aburrimiento constante en el/la menor.

*Cambios de apetito o peso, que se manifiestan en niños como problemas o rechazos diversos con las comidas, pérdida de apetito, bajadas de peso bruscas...

*Cambios en el patrón de sueño, como resistencia a ir a dormir, pesadillas, terrores nocturnos, insomnio...

*Lentitud o agitación motora, que se percibe o bien menos actividad física, o al contrario, gran agitación motora.

*Pérdida de energía: cansancio, fatiga, apatía...

*Sentimientos de culpa y baja autoestima: preocupación casi constante y que le causa gran malestar acerca del fracaso, de ser castigado, de sentirse tonto en el colegio o inútil en muchas tareas, se compara negativamente con otros niños/as...

*Autolesiones o ideaciones suicidas: solo aparecen en algunos casos, se manifiestan como autoagresiones (especialmente en la cabeza), ideas sobre quitarse la vida, realizan muchas conductas con riesgo de lesiones...


Para diagnosticar síndrome depresivo, los síntomas deben ser valorados en función de su frecuencia, intensidad, duración e interferencia en la vida diaria del niño/a.


Las causas y orígenes

Se han considerado varios factores al tratar de comprender el origen de la depresión en niños/as, como factores biológicos: desequilibrios en los neurotransmisores cerebrales, predisposición biológica de la persona... O factores familiares: se sabe que al tener ambos padres o uno de ellos trastornos depresivos aumenta la probabilidad de que el hijo/a lo pueda padecer, así como vivir en un ambiente familiar conflictivo o que los padres tengan problemas de pareja o una relación conflictiva. El trastorno es más prevalente en familias con un nivel socioeconómico bajo y en ambientes sociales agresivos o violentos. Algunos cambios pueden desencadenar el episodio depresivo, como cambios de domicilio, divorcio, muerte de algún familiar...

Habrá que valorar en cada caso particular los posibles orígenes y factores que mantienen la depresión en el niño/a, y, si es posible, intervenir también en ellos y que pasen a influir positivamente en la salud mental del menor.


¿Cómo se trata?

En depresión infantil y adolescente, la terapia psicológica es el tratamiento de preferencia y el que cuenta con aval empírico acerca de su eficacia. Se considera el tratamiento de primera elección. Se suele intervenir también con los padres en niños menores de 6 años, y de manera más puntual  con padres de niños/as más mayores, salvo que se valore que una de las causas del trastorno está en conductas o actitudes paternas, lo que hará necesario intervenir en ellas para mejorarlas. 

El tratamiento farmacológico con medicamentos no se suele indicar para niños/as, ya que tiene efectos secundarios importantes y no está contrastado que tengan una eficacia relevante.

Se obtienen muy buenos resultados ayudando a los niños/as en terapia a desarrollar habilidades sociales, subir la autoestima y autoconcepto, aprender relajación, planificar actividades agradables, manejo de pensamientos negativos, entrenamiento en solución de problemas o educación emocional.

Cuando es tratada en una buena psicoterapia y los padres se implican en la mejora del niño/a, el trastorno tiene un muy buen pronóstico. Es necesario controlar las posibles recadas (la depresión es a veces recidivante), que manteniendo un seguimiento psicológico adecuado se suelen manejar con facilidad.




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