Cuestionario para evaluar creencias y esquemas mentales: rígidas y limitantes o flexibles y nutritivas

Las creencias y los esquemas mentales que hemos aprendido y que actualmente estamos utilizando tienen una grandísima importancia en nuestra vida. Son las que, inconsciente y automáticamente filtran el mundo para nosotros/as. A través de ellas interpretamos el mundo: el futuro, el pasado, las intenciones de los demás, nuestras capacidades, la realidad actual que vivimos... Luego, en función de las conclusiones que nos proporcionan estos filtros, actuamos en consecuencia, continuamos luchando o nos rendimos, nos queremos o nos juzgamos, vemos el mundo como agradable o amenazante, o nos sentimos de una u otra manera con la vida, con los demás y con nosotros mismos/as. 
El siguiente test de esquemas mentales es orientativo y no diagnóstico, simplemente para hacer una lectura general de qué rígidas, flexibles, limitantes o nutrientes pueden ser nuestras creencias en distintas situaciones cotidianas. Contesta con sinceridad y sin pensártelo mucho a las siguientes preguntas:
1. Cuando llega el otoño:
A. Creo que es una estación más, no me afecta.

B. Me parece que es una época bonita del año.

C. No me gusta, pienso que siempre enfermo en esta época, que habrá menos luz, que llegará el frío...


2. Si tengo que compartir un tiempo espacio con gente resfriada pienso:
A. No le doy demasiada importancia.
B. Estoy fuerte y bien de salud, lo más probable es que no me afecte en absoluto.
C. Creo que me han contagiado, pronto voy a enfermar como ellos. 

3. En un mal momento laboral o económico tiendo a: 

A. Creer que acabará pronto y esperar.

B. Ponerme a pensar y actuar para mejorar la situación, y me mantengo convencido/a de que todo saldrá bien.

C. Sentirme fracasada/o o asustado/a, y sin saber qué hacer, o haciendo lo mismo que hacía.


4. Si enfermo:
A. Me fastidia, pero pienso que enfermar es normal en la vida.
B. Tomo todas las medidas y atenciones médicas que necesito, descanso y me cuido.
C. Me entristezco o me enfado, y pienso de manera recurrente que siempre me pasa lo malo a mí y que soy más débil o enfermizo/a que el resto de la gente.

5. Si algo que estoy haciendo no me da los resultados esperados:
A. Me canso y dejo de intentarlo. O paso a hacer otra tarea u objetivo.
B. Me tomo un tiempo de reflexión, quizás lo consulte con alguien, y buscaré una manera diferente de conseguir ese mismo objetivo.
C. Me siento un fracaso, me entristezco y abandono el proyecto, o bien sigo intentando lo mismo una y otra vez para comprobar si cambia algo.

6. Los primeros días o momentos de empezar un proyecto nuevo para mí tiendo a:
A. Intentar hacerlo bien para probar si es lo mío.
B. Lo intento hacer lo mejor posible, me ilusiono, y si finalmente no me gusta o no se me da bien, buscaré algo diferente.
C. Me asusto, me paralizo y me siento inseguro/a, dudo, tengo miedo, no sé si voy a hacerlo bien…

7. Cuando me propongo firmemente alguna meta del tipo hacer más deporte o comer sano:
A. Comienzo los proyectos con ilusión, pero los dejo antes de alcanzar todo lo que me proponía.
B. Me marco el objetivo y soy constante hasta que lo consigo, porque es algo muy bueno para mí.
C. No la empiezo o la abandono rápidamente, no soy capaz de conseguir esas cosas.

8. Cuando me doy cuenta claramente de que una relación o una persona me resulta dañina:
A. Sigo quedando con ella o manteniendo la relación porque no me veo capaz de dejarla, pero tratando de implicarme menos.
B. Una separación o alejamiento es lo mejor para mí y lo que más me conviene, lo hago y sé que así estaré mejor en el futuro.
C. Me suele resultar imposible tomar la iniciativa en dejar de tratar con una persona o alejarme de ella, no puedo hacerlo.

9. Cuando algo me sale mal siento que:
A. Esto no es lo mío, pero hay otras cosas que se me dan bien.
B. Quizás me falta práctica, o no era un buen momento, y la próxima vez me saldrá mucho mejor.
C. Me avergüenzo o me siento muy culpable, creo que esto es una tontería o que soy un/a incapaz comparado/a con los demás.

10. Si encuentro información o pruebas contundentes de que algo importante no es como yo creía:
A. Me incomoda un poco, y trato de buscar más información o razones para no tener que cambiar mi creencia inicial.
B. Cambio mi creencia porque está claro que la anterior era incompleta o errónea, y no me supone ningún malestar.
C. No suelo cambiar mis creencias importantes, esto lo he pensado siempre así y me sentiría muy mal si tuviera que pensar otra cosa diferente a lo que he creído durante tanto tiempo.

11. Si la gente a mi alrededor empieza a decirme que me estoy equivocando o que tengo un defecto concreto:
A. No le doy mucha importancia.
B. Trato de saber qué quieren decir, que me den más información y ejemplos, lo reflexiono y si tienen razón trato de cambiar lo que sea necesario.
C. Me enfado o me disgusto con ellos, y me mantengo en mi punto de vista sin plantearme cambiar nada.


12. Si alguien expresa una opinión o una idea opuesta a las mías en un tema muy importante para mí:


A. Me puede molestar un poco, pero probablemente lo acepte o no le de mayor importancia.


B. Creo que es normal que los demás tengan sus propias ideas, y no me afecta el hecho de escucharlas.


C. Me molesta mucho, en cierta forma lo siento como un ataque personal o me enfada. Es probable que me calle pero empiece a pensar mal de esa persona y a juzgarla negativamente, o bien que entre en una discusión abierta con ella para defender que mi punto de vista está más fundamentado y es más razonable.



RESULTADOS
Los resultados orientativos son los siguientes: 
*Mayoría de respuestas A: Implican un nivel a medio camino entre la flexibilidad mental - pensamiento nutritivo y la rigidez - pensamiento limitante. Generalmente sus esquemas mentales tienen una cierta flexibilidad y raramente tienden a ser cerrados y autolimitantes. Esto les ayudará a mantener un correcto diálogo interno que no sea autodestructivo si no nutricio, y a tratar de adaptarse a las situaciones en lugar de buscar que las situaciones se adapten siempre a lo que ellos esperan. Saben cambiar de opinión o conducta si es necesario, sin traumas. Si se desea, es posible mejorar este tipo de esquemas buscando que sean todavía más abiertos y más proactivos, trabajando en una mayor autoaceptación y respeto por las propias necesidades, más implicación en mejorar la vida propia y más  flexibilidad mental a la hora de afrontar nuevos retos.

*Mayoría de respuestas B: Implican un alto nivel de flexibilidad mental y un pensamiento generalmente muy nutritivo que hace a la persona evolucionar a la vez que camina por el mundo con una mentalidad abierta y activa. Son personas conscientes de cómo funciona el mundo, de qué cosas pueden cambiar y cuáles no, y estas últimas las saben aceptar de la mejor manera, a ser posible con serenidad y con una sonrisa. Cambian sus actitudes o conductas si es necesario hacerlo o si las viejas se les han quedado pequeñas o no les sirven. Pueden hacerlo porque no se identifican con ellas hasta límites patológicos, saben que son personas íntegras y valiosas al margen de lo que crean o piensen y por ello se desprenden de esos esquemas sin malestar. Se adaptan a muchas situaciones distintas, se liberan de lo que les hace daño y se nutren con aquello que les hace sentir bien y que está acorde con sus necesidades y su forma de ser.


*Mayoría de respuestas C: Implican unos esquemas en general rígidos e inflexibles, que pueden limitar mucho el crecimiento de la persona. Se identifican mucho con sus creencias e ideologías, con las personas a las que llevan tiempo unidas, con sus trabajos o con sus formas de ver la vida, aunque ya no les sean útiles o incluso les dañen. Mantener estas ideas "desde siempre" les da seguridad y les hace sentirse tranquilos, en control. Se sienten bien cuando todo sale como esperan o creen que debe ser. Pero el problema principal es que notan que cuando la realidad no coincide con lo que desean o creen (cosa que a todos/as nos sucede a menudo), es posible que les desborde el malestar o la tristeza, se enfaden con el mundo o se sientan avergonzados, temerosos, bloqueados o culpables. Les cuesta esfuerzo adaptarse a las ideas o situaciones externas nuevas o diferentes a lo que creen que debería ser, y les puede costar también aceptar las opiniones o sugerencias ajenas aunque sean razonables. Les resultaría muy relajante y beneficioso trabajar en ampliar sus esquemas mentales, aceptar más ampliamente el mundo, a los demás y a sí mismos/as, y entrenarse en pensar de forma nutritiva y con amplitud de miras. Así, el mundo dejaría de parecerles una carrera de obstáculos y un lugar hostil, para pasar a percibirlo como un lugar rico, variado e incontrolable, en el que se pueden sentir seguros y crecer como personas, renunciando a manejar totalmente el mundo externo y cogiendo el timón de su propio mundo interno.

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