LAS ADICCIONES A LA LUZ DEL ARQUETIPO DEL ÁNIMA DE JUNG
Extractos del interesante trabajo:
LAS ADICCIONES A LA LUZ DEL ARQUETIPO DEL ÁNIMA
Autor: Rafael P. Díaz Guiñazú
"Función compensatoria, función de camino hacia el interior
Si el varón ha conformado su persona (máscara) en función de lo que culturalmente se
considera varonil, y ha desarrollado a nivel del yo, principalmente, las funciones psicológicas propias de lo masculino (logos), los aspectos femeninos de su personalidad serán reprimidos y se
mantendrán por detrás de la personalidad consciente en un grado inferior de desarrollo
psicológico. Así, el hombre que hacia el mundo exterior se desenvuelve de un modo
excesivamente viril, rudo o intelectual, esconderá sus debilidades y su sensibilidad, su disposición
interna se caracterizará por una susceptibilidad femenina. Toda esta sensibilidad negada y
reprimida, tarde o temprano le jugará malas pasadas, pues retornará transformada en terribles
estados anímicos y él, internamente no contará con los recursos para contener y lidiar con los
caprichos e irrupciones de su anima; ansiedad, miedos, depresión, angustia, feminización,
impotencia sexual, son algunas de las infinitas formas en las que el aspecto femenino puede
recordar al hombre su existencia, siempre con la violencia de lo primitivo que se ha mantenido en
la marginalidad de lo inconsciente. (...)
Integrar el ánima. Crisis frente a su encuentro
Para hablar de la identificación con el arquetipo que venimos tratando, Jung (1982) empleó la
frase: “estar encadenado al anima”. Esta expresión me parece sumamente gráfica, pues refleja
claramente la idea de que el sujeto de la consciencia, el yo, ha quedado sometido, sin saberlo, a
los caprichos, a los designios y a los destinos de lo inconsciente. Cuando hablamos de
identificación con el anima no estamos hablando de una toma de consciencia respecto del
arquetipo, mas la psicoterapia apunta a conectarse con el mismo y a tomar conocimiento de su
existencia como complejo autónomo que debe ser integrado al campo de la consciencia. (...) El anima
sitúa al sujeto de cara frente a su propia feminidad, frente a sus debilidades, y esto pone en juego
su fuerza, su entereza masculina; debilita y perturba la claridad de su consciencia. A su vez, por
eso de ser opuesta a la máscara, y siendo esta última el referente de ideal construido en relación a
preceptos morales, el anima genera quiebres respecto a los constructos éticos y rompe la
estabilidad de la persona. Pero al fin de cuentas, todo esto no es en vano; el anima tiene un gran
potencial de vida y, si bien su encuentro implica grandes sacudidas para el sujeto, también
embellece su existencia, pues de no ser por el alma la vida del hombre sería indiferente, fría y
vacía, sin risas ni llantos.(...)
Anima y adicción
Como ya se ha dicho, el anima posee aspectos positivos pero también carga con su oscuridad, y
siempre está implicada en las relaciones afectivas. También la encontramos involucrada en las
actividades que nos apasionan, como son el arte, la literatura, nuestra profesión o el trabajo, en
todo aquello en lo que se pone en juego la creatividad y de lo que el hombre verdaderamente
disfruta.
Por lo tanto, el anima está en juego en planos de la vida sumamente saludables en los
que impera el amor, y esto se ve, naturalmente, en las relaciones de pareja con el sexo opuesto y
en la formación de la familia.
Sin embargo, este arquetipo puede estar descansando sobre
relaciones patológicas donde el sujeto queda encadenado al mismo, tales como matrimonios o
noviazgos extremadamente posesivos y celotípicos, en los que el alma ha sido puesta en la mujer y
el hombre sin ella no es nada.
Este último, el hombre, supone que la pareja es una pertenencia de
su propiedad porque algo muy importante ha sido depositado en la mujer, algo sin lo cual la vida
del sujeto se empobrece casi hasta perder todo valor. Así como en todos los vínculos intensos está interviniendo el anima, en las adicciones también
sucede de esta manera.
El anima es proyectada sobre, supongamos, la droga o la botella de
alcohol, y nos lleva a preguntarnos sobre las consecuencias que trae esto para la psique. Por
empezar el hombre adicto a drogas sin la sustancia no es hombre al fin, pues la necesita para
recuperar lo que le falta, su anima, y surge de aquí un vínculo patológico del cual ya no podrá
desprenderse, pues en las adicciones estamos hablando de aspectos muy infantiles del psiquismo
que demandan excesiva contención y dependencia de aquello que sienten que los sostiene;
generalmente se trata de hombres marcados por un fuerte complejo materno y el anima, donde
sea puesta en juego, encadena a su capricho al hombre afectivamente débil de inmadurez
psicológica.
Quisiera recalcar una idea: en los hombres con un fuerte complejo materno, donde los
aspectos infantiles de la psique están marcados por una extrema sensación de dependencia, el
anima no actúa como un vehículo capaz de establecer relaciones, dentro de todo, medianamente
equilibradas, sino que, por la intensidad del propio complejo y por la labilidad del yo, la proyección
de la misma es masiva y el sujeto queda comprometidamente encadenado a aquello donde ha
sido emplazada su anima. Ya de por sí, en todo hombre, según Jung, el anima cuenta con una
energía capaz de desbordar al yo del sujeto.
Pensemos que si el sujeto proyecta su anima en la droga, él queda vacío de alma, se inanimiza;
esto implica una terrible sensación de vacío interior y de muerte.
La única manera de recuperar el
alma es en el contacto con el objeto de adicción, el que, a su vez, ahora está animado y posee
vida. Es el anima lo que genera ese indefinible y sutil cosquilleo que nos hace presentir que la vida
existe en nosotros; es el arquetipo de la vida, y si nos desposeemos de ella, quedamos vacíos de
vida emocional, fríos como un cadáver.
La desesperante angustia de muerte invade al hombre que
ha arrojado fuera de sí su anima, y es por ello que necesitará, de modo urgente, volver a
incorporarla, para sentir un fuerte cimbrón anímico que le haga experimentar que aún no ha
muerto. Esto puede verse, entre varios otros aspectos, en el hecho de que el sujeto con un
problema de drogadicción o alcoholismo no puede planear ninguna situación recreativa si no está
acompañado por la sustancia; si dicha sustancia falta, equivale a quedar exento de fuerza vital, y el
momento, la situación, pierde toda gracia y significatividad.
A la larga es el sujeto el que queda preso del objeto y el que ejerce el control es el objeto al que
se le ha atribuido una fuerza vital. Por lo tanto podríamos pensar que el objeto es el que tiene la
capacidad de manipular a su antojo al adicto que ha quedado inanimado; y en verdad esto se ve
así, el adicto parece ser un juguete de la droga, pues su vida gira en torno a ello, y se le vuelve
imposible lograr ubicarse como un ser libre e independiente.
En toda adicción hay algo del orden
de esta sensación de quedar desposeído de vida anímica, aunque no siempre se tome plena
consciencia de esto, pues el yo suele escudarse tras la persona para evitar que esa amarga
vivencia traspase los umbrales de lo inconsciente. De lo expuesto se deriva que es fundamental,
en psicología analítica, trabajar desde el anima para que el sujeto pueda comenzar a transitar su
propio proceso de individuación y cortar con aquello que desde lo inconsciente lo encadena. (...)
El hecho de conectarse con el anima a través de la droga nos indica que el sujeto adicto se
relaciona con la sustancia como si ésta fuera una mujer. Pero aquí sucede algo extraño y hasta
paradójico (la mente está llena de paradojas), ya que pareciera que por momentos la droga
manipula al adicto, pero a su vez es más fácil para el sujeto manipular la sustancia que la mujer. La
droga no molesta, pareciera que no habla, que no se mueve, que no lo abandona; pero a larga
hace todo eso. (...)
Es común que el sujeto adicto
dedique más tiempo, más dinero y otorgue un lugar de mayor importancia a la droga que a su
pareja. Cuando el hombre con problemas de adicción comienza un trabajo de recuperación y
disminuye el consumo de sustancias o lo abandona, toma consciencia de que su mujer existe y
ésta pasa a ocupar el lugar de la sustancia, pasando a ser víctima secundaria de los movimientos
del anima. Hay sujetos que se aferran mucho a su pareja, guiados por su complejo materno; hay
otros que no toleran que su mujer tenga existencia propia y las peleas pasan a ser el pan de cada
día. He visto sujetos que en su proceso de recuperación comienzan a sensibilizarse profundamente y hasta tienen que sobreponerse con gran esfuerzo porque no pueden ordenar sus emociones,
pero luego de la tormenta empieza de a poco a aclarar y el contacto emocional con sus parejas, así
como la convivencia misma, comienzan a mejorar. En sus sueños lo femenino empieza a tener
mayor participación.
Recuerdo el caso de un hombre cercano a la mediana edad, que al inicio del
tratamiento refería no tener sueños; luego de cinco meses de intensa movilización emocional,
comenzaron a aparecer algunos sueños, y poco más tarde, en éstos, surgían distintas mujeres a su
lado, en ocasiones era su pareja, en ocasiones un rostro o una voz femenina que desconocía. Estas
figuras no siempre eran gratas o tenían cosas bellas que decir, pero en fin, allí estaban. El sujeto
había comenzado a recuperar, o al menos a encontrar, de manera incipiente, desde su interior el
anima. (...)
Al ir paulatinamente elaborando sus complejos e
integrando los arquetipos que sustentan dichos complejos, el sujeto podrá ir cortando los vínculos
patológicos; su posicionamiento frente a la vida y a los otros será distinto, su analista caerá del
pedestal idealizado producto de la proyección del arquetipo (con su numinosidad propia) sobre él,
y el sujeto reconocerá que el verdadero saber habita en lo inconsciente. Es decir, al integrar el
anima (no hablo de identificación), es posible que el sujeto ya no permanezca atado a todo
aquello que provenga de esta fascinadora dama, contará con mayores recursos psicológicos para
afrontar la vida, revelará un significado profundo y cobrarán un nuevo sentido sus días. "
Revista diálogos │Vol. 3│No. 2│Octubre │2012│ISSN: 1852-8481│ 23 Revista diáLogos Universidad Nacional de San Luis - Facultad de Ciencias Humanas Vol. 3│Nro. 2│Octubre │2012 │pp. 23-31
Autor: Rafael P. Díaz Guiñazú
Institución: Universidad Nacional de San Luis.
https://www.academia.edu/7301958/Las_adicciones_a_la_luz_del_arquetipo_del_anima
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