Byron Kathleen y "The Work", como aceptar y amar la realidad como es
Byron Kathleen Reid, una empresaria y madre que vive en el sur de California, sufrió una severa depresión después de cumplir los treinta años. Durante diez años, su depresión se agudizó y Katie se pasó cerca de dos años casi incapaz de salir de su cama y obsesionada con la idea del suicidio. De repente una mañana, desde las profundidades de la desesperación, experimentó una revelación que cambió su vida. Katie percibió que cuando pensaba que algo debería ser diferente de cómo era (“Mi marido debería quererme más,” “Mis hijos deberían apreciarme,”) ella sufría, y que cuando no creía en estos pensamientos, se sentía en paz. Comprendió que lo que causaba su depresión no era el mundo alrededor suyo, si no las creencias que ella tenía respecto a ese mundo. En un repentino despertar interior, Katie vio que nuestro esfuerzo por encontrar la felicidad estaba enrevesado: en vez de intentar cambiar el mundo para ajustarlo a nuestros pensamientos de cómo “debería” ser, podemos cuestionar estos pensamientos y, mediante el encuentro con la realidad como es, experimentar una libertad y un gozo inimaginables. Katie desarrolló un método sencillo y sin embargo poderoso de indagación, llamado The Work, que rendía practicable esta transformación. Como resultado, una mujer deprimida y con tendencias suicidas se llenó de amor por todo lo que la vida le aporta.Lo que es, es.
Únicamente sufrimos cuando creemos un pensamiento que está en desacuerdo con lo que es. Si quieres que la realidad sea diferente de lo que es, podrías intentar enseñarle a ladrar a un gato. Puedes intentarlo una y otra vez, y al final, el gato te mirará y volverá a decir: «Miau». Desear que la realidad sea diferente de lo que es, es un deseo imposible de satisfacer. Y aun así, si prestas atención advertirás que tienes pensamientos de este tipo docenas de veces al día: «La gente debería ser más amable», «Debería enseñarse a los niños a comportarse bien», «Mis vecinos deberían cuidar mejor su césped», «La cola del supermercado debería avanzar más deprisa», «Mi mujer (o mi marido) debería estar de acuerdo conmigo», «Debería estar más delgada (o ser más guapa o tener más éxito)». Estos pensamientos constituyen distintas maneras de querer que la realidad sea diferente de lo que es. Si te parece que esto suena deprimente, estás en lo cierto. Toda la tensión que sentimos se origina en nuestras discusiones con lo que es. Personas aún no familiarizadas con The Work me dicen a menudo: «Pero si renunciase a mi discusión con la realidad perdería parte de mi poder. Si simplemente acepto la realidad, seré pasiva. Quizás incluso pierda el deseo de actuar». Yo les contesto con una pregunta: «¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad?». «Ojalá no hubiese perdido mi trabajo» o «He perdido mi trabajo; ¿qué puedo hacer ahora?»: ¿Qué es lo que te da más poder?
The Work revela que lo que piensas que no debería haber sucedido sí debería haber sucedido. Debería haber sucedido porque así fue y ningún pensamiento del mundo puede cambiarlo. Eso no quiere decir que lo toleres ni que lo apruebes. Sólo significa que eres capaz de ver las cosas sin resistencia y sin la confusión de tu lucha interior. Nadie quiere que sus hijos enfermen, nadie quiere ser víctima de un accidente de coche; pero cuando estas cosas ocurren, ¿de qué forma podría ayudar discutir mentalmente con ellas? Sabemos que no tiene sentido, y sin embargo, lo hacemos porque no sabemos cómo dejar de hacerlo.Cuando dejamos de oponernos a la realidad, la acción se convierte en algo sencillo, fluido, amable y seguro.
Ocúpate de tus propios asuntos
Sólo puedo encontrar tres tipos de asuntos en el universo: los míos, los tuyos y los de Dios. (Para mí, la palabra Dios significa «realidad». La realidad es Dios, porque gobierna. Todo lo que escapa a mi control, al tuyo y al de cualquier otra persona es lo que yo denomino «los asuntos de Dios».) Buena parte de nuestras tensiones proviene de vivir mentalmente fuera de nuestros asuntos. Cuando pienso: «Necesitas encontrar un trabajo, quiero que seas feliz, deberías ser puntual, necesitas cuidar mejor de ti mismo», me estoy inmiscuyendo en tus asuntos. Cuando me preocupo por los terremotos, las inundaciones, la guerra o la fecha de mi muerte, me estoy inmiscuyendo en los asuntos de Dios. Si mentalmente estoy metida en tus asuntos o en los de Dios, el efecto es la separación. Fui consciente de esto hace tiempo, en 1986. Cuando, por ejemplo, me inmiscuía mentalmente en los asuntos de mi madre con pensamientos del tipo: «Mi madre debería comprenderme», experimentaba de inmediato un sentimiento de soledad. Y comprendí que siempre que me he sentido herida o sola, he estado inmiscuida en los asuntos de otra persona. Si tú estás viviendo tu vida y yo estoy viviendo mentalmente tu vida, ¿quién está aquí viviendo la mía? Los dos estamos ahí. Ocuparme mentalmente de tus asuntos me impide estar presente en los míos. Me separo de mí misma y me pregunto por qué razón mi vida no funciona. Pensar que yo sé lo que es mejor para los demás es estar fuera de mis asuntos. Incluso en nombre del amor, es pura arrogancia y el resultado es la tensión, la ansiedad y el miedo. ¿Sé lo que es adecuado para mí? Ese es mi único asunto. Permíteme trabajar en eso antes de tratar de resolver tus problemas por ti.
Si comprendes los tres tipos de asuntos lo bastante para ocuparte de los tuyos propios, este conocimiento puede liberar tu vida de una manera que ni siquiera eres capaz de imaginar. La próxima vez que sientas tensión o incomodidad, pregúntate de quién son los asuntos en los que te ocupas mentalmente, ¡y quizás estalles en carcajadas! Esa pregunta puede devolverte a ti mismo. Tal vez llegues a descubrir que, en realidad, nunca has estado presente y que te has pasado toda la vida viviendo mentalmente en los asuntos de otras personas. Y si practicas durante un tiempo, quizá descubras que en realidad no tienes ningún asunto y que tu vida funciona perfectamente por sí misma
Enfréntate a tus pensamientos con Comprensión
Un pensamiento resulta inofensivo a menos que nos lo creamos. No son nuestros pensamientos, si no nuestro apego a ellos, lo que origina nuestro sufrimiento. Apegarse a un pensamiento significa creer que es verdad sin indagar en él. Una creencia es un pensamiento al que hemos estado apegados, a menudo durante años. La mayoría de la gente cree que «es» lo que sus pensamientos dicen que es. Un día advertí que no estaba respirando: me estaban respirando. Entonces también advertí, con gran sorpresa, que no estaba pensando: que, en realidad, estaba siendo pensada y que pensar no es personal. ¿Te despiertas por la mañana y te dices: «Creo que hoy no voy a pensar»? Es demasiado tarde: ¡ya estás pensando! Los pensamientos sencillamente aparecen. Provienen de la nada y vuelven a la nada, como nubes que se mueven a través de un cielo vacío. Están de paso, no han venido para quedarse. No son perjudiciales hasta que nos apegamos a ellos como si fueran verdad. No dejo que mis pensamientos se marchen: me enfrento a ellos con comprensión. Los pensamientos son como la brisa o las hojas en los árboles o las gotas de lluvia que caen. Aparecen del mismo modo, y a través de la indagación, podemos entablar amistad con ellos. ¿Discutirías con una gota de lluvia? Las gotas de lluvia no son personales, como tampoco lo son los pensamientos. Una vez que te has enfrentado a un concepto doloroso con comprensión, la próxima vez que aparezca quizá te resulte interesante. Lo que solía ser una pesadilla ahora es sólo algo interesante. La siguiente vez que aparezca, tal vez te resulte divertido. Y la siguiente vez, quizá ni siquiera lo adviertas. Este es el poder de amar lo que es.
Pon la mente en el papel
El primer paso de The Work consiste en escribir tus juicios sobre cualquier situación estresante de tu vida pasada, presente o futura: una persona que te desagrada o te preocupa, una situación que te provoca enfado, miedo o tristeza, o alguien ante quien sientes ambivalencia o confusión. Escribe tus juicios tal como los piensas. Durante miles de años, nos han enseñado a no juzgar; pero, seamos sinceros, de todos modos lo hacemos sin parar. La verdad es que todos tenemos siempre juicios en la cabeza. A través de The Work tenemos permiso, finalmente, para expresar esos juicios, v hasta 4 «gritarlos», en el papel. Tal vez descubramos que es posible enfrentarse incluso a los pensamientos más desagradables con un amor incondicional. Te animo a que escribas sobre alguien a quien no hayas perdonado totalmente. Este es el lugar más eficaz por donde empezar. Aun cuando hayas perdonado a esa persona en un 99 por ciento, no serás libre hasta que tu perdón sea completo. Ese 1 por ciento que no has perdonado es precisamente el lugar en el que te has atascado con el resto de tus relaciones (incluida la relación contigo mismo).Eres el narrador de la historia, el proyector de todas las historias, y el mundo es la imagen proyectada de tus pensamientos.
Cómo escribir en la Hoja de Trabajo
Te invito a que juzgues, a que seas duro, infantil, mezquino. Escribe con la espontaneidad de un niño que está triste, enfadado, confundido o asustado. No intentes ser sensato, espiritual o amable.Este es un momento para ser totalmente sincero y no censurar tus sentimientos. Permite que se expresen a sí mismos sin temor a las consecuencias o a las amenazas de castigo. Seguidamente encontrarás un ejemplo de una <<Hoja de Trabajo para juzgar a tu prójimo>> ya escrita. En este ejemplo he escrito sobre mi segundo marido, Paul (incluido aquí con su permiso). Estos son los tipos de pensamientos que solía tener sobre él antes de que mi vida cambiase. Te invito a que, a medida que leas, reemplaces el nombre de Paul por el de la persona de que se trate en tu vida.
1.¿Quién provoca tu enfado o tu tristeza o te decepciona? ¿Qué es lo que no te gustaba o todavía no te gusta de esta persona? No me gusta (estoy enfadada con, o triste, asustada, confundida, etc., a causa de) (nombre) Paul porque no me escucha. Estoy enfadada con él porque no me valora. No me gusta Paul porque discute por todo lo que digo.
2. ¿Cómo quieres que cambie? ¿Qué quieres que haga? Quiero que (nombre) Paul me brinde toda su atención. Quiero que me ame completamente Quiero que esté de acuerdo conmigo Quiero que haga más ejercicio.
3.¿Qué es lo que debería o no debería hacer, ser, pensar o sentir? (Nombre) Paul no debiera ver tanta televisión. Debería dejar de fumar. Debería decirme que me ama. No debería ignorarme.
4.¿Necesitas algo de esa persona? ¿Qué tiene que darte o hacer para que seas feliz? Necesito que (nombre) Paul me escuche. Necesito que deje de mentirme. Necesito que comparta sus sentimientos conmigo y que esté emocionalmente disponible. Necesito que sea amable y tierno y que tenga paciencia.
5.¿Qué piensas de esa persona? Haz una lista. (Nombre) Paul no es sincero Es temerario e infantil. Se cree que para él no valen las reglas. No es nada compasivo y nunca está disponible. Es un irresponsable.
6.¿Qué es lo que no quieres experimentar nunca más con esa persona, cosa o situación? No quiero nunca más o me niego a vivir con Paul si no cambia. No quiero volver a discutir nunca más con él. No quiero que me vuelva a mentir jamás.
Indagación: Las cuatro preguntas y la inversión
1. ¿Es eso verdad?
2. ¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad?
3. ¿Cómo reaccionas cuando tienes ese pensamiento?
4. ¿Quién serías sin ese pensamiento?
Responde a estas cuatro preguntas y luego invierte tus respuestas. Ahora, utilizando las cuatro preguntas, investiguemos la primera afirmación del punto 1 del ejemplo: No me gusta Paul porque no me escucha. A medida que leas, piensa en alguien a quien todavía no hayas perdonado del todo.
1. ¿Es eso verdad? Pregúntate: «¿Es verdad que Paul no me escucha?». Permanece en calma. Si realmente quieres saber la verdad, la respuesta a esa pregunta aparecerá. Permite que la mente haga la pregunta y espera a que emerja la respuesta.
2. ¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad? Considera estas preguntas: «¿Tengo la absoluta certeza de que es verdad que Paul no me escucha? ¿Puedo saber realmente si una persona está escuchando o no? ¿Acaso en ocasiones aunque parezca que no estoy escuchando sí lo estoy haciendo?».
3. ¿Cómo reaccionas cuando tienes ese pensamiento? ¿Cómo reaccionas cuando piensas que Paul no te escucha? ¿Cómo le tratas? Haz una lista. Por ejemplo: «Le lanzo "mi mirada". Le interrumpo. Le castigo no prestándole atención. Empiezo a hablar más rápido y más fuerte e intento forzarlo a que me escuche». Continúa haciendo tu lista, y a medida que vayas profundizando en tu interior, observa cómo te tratas a ti misma en esa situación y cómo te sientes. «Me encierro en mí misma. Me aíslo. Como y duermo mucho y me quedo mirando la televisión durante días. Me siento deprimida y sola.» Advierte todos los efectos que provoca pensar: «Paul no me escucha».
4. ¿Quién serías sin ese pensamiento? Ahora considera quién serías si no fueses capaz de pensar: «Paul no me escucha». Cierra los ojos e imagina que él no te está escuchando. Imagínate que no tienes el pensamiento de que Paul no te escucha (ni siquiera el de que debería escucharte).
Tómate el tiempo que necesites. ¿Qué es lo que ves? ¿Cómo te sientes?
Haz la inversión. La afirmación original: «No me gusta Paul porque no me escucha», al invertirla, podría transformarse en: «No me gusto a mí misma porque no escucho a Paul». ¿Es eso verdad para ti? ¿Escuchas a Paul cuando piensas que él no te escucha? Busca otros ejemplos de cómo no escuchas. Otra inversión que podría ser igual de verdadera, o incluso más, es: «No me gusto porque no me escucho a mí misma». Cuando estás pensando en lo que Paul debería hacer, ¿te estás escuchando a ti misma? ¿Pones en espera tu propia vida cuando crees que él debería estar escuchando? ¿Puedes oír cómo le hablas a Paul cuando crees que debería escucharte?` Tras haber reflexionado sobre estas inversiones, continúa haciendo una indagación típica con la siguiente afirmación del punto 1 de la Hoja de Trabajo de ejemplo -Estoy enfadada con él porque no me valora-, y después haz lo mismo con el resto de las afirmaciones que aparecen en esa hoja.
Tu turno: la Hoja de Trabajo
Ahora sabes lo suficiente para tratar de realizar The Work. En primer lugar, escribe tus pensamientos en un papel. Todavía no ha llegado el momento de indagar con las cuatro preguntas; eso lo haremos más adelante. Escoge una persona o una situación y escribe sobre ella utilizando frases cortas y sencillas. Acuérdate de dirigir el dedo acusador hacia fuera. Puedes escribir a partir de tu situación actual o desde el punto de vista que tenías a los cinco o a los veinticinco años. Por favor, no escribas sobre ti todavía.
1. ¿Quién provoca tu enfado o tu tristeza o te decepciona? ¿Qué es lo que no te gustaba o
todavía no te gusta de esta persona?
(Recuerda: sé duro, infantil y mezquino.) No me gusta (estoy enfadado con, o triste o confundido por) (nombre) porque ____________________________________________
2. ¿Cómo quieres que cambie? ¿Qué quieres que haga? Quiero que (nombre) __________________
3. ¿Qué es lo que debería o no debería hacer, ser, pensar o sentir?
(Nombre) debería (no debería) ________
4. ¿Necesitas algo de esa persona? ¿Qué tiene que darte o hacer para que seas feliz?
(Finge que es tu cumpleaños y que puedes pedir absolutamente todo lo que quieras. ¡Adelante!)
Necesito que (nombre) ________
5. ¿Qué piensas de esa persona? Haz una lista.
(No seas racional ni amable.) (Nombre) es ____________
6. ¿Qué es lo que no quieres experimentar nunca más con esa persona, cosa o situación?
No quiero nunca más o me niego a _______
Tu turno: la indagación
Una a una, somete cada afirmación de tu «Hoja de Trabajo para juzgar a tu prójimo» a la prueba de las cuatro preguntas, y después invierte la afirmación con la que estés trabajando. (Si necesitas ayuda, puedes volver a consultar el ejemplo de Paul que he dado en este mismo capítulo.)
A lo largo de este proceso, explora la apertura a otras posibilidades que están más allá de lo que crees saber. Comprobarás que no hay nada más excitante que descubrir la mente desconocida.
Es como zambullirse en el agua. Continúa haciendo la pregunta y espera. Permite que sea la respuesta quien te encuentre. Yo lo llamo «el corazón que recibe a la mente»: la polaridad más benévola de la mente (el corazón) recibiendo a la polaridad que está confundida porque no ha sido investigada. Cuando la mente pregunte sinceramente, el corazón responderá. Quizás empieces a experimentar revelaciones sobre ti y tu mundo capaces de transformar tu vida entera, para siempre. Observa la primera afirmación que has escrito en el punto 1 de tu Hoja de Trabajo. Ahora, hazte las siguientes preguntas:
1. ¿Es eso verdad?
Para mí, la realidad es lo que es verdad. La verdad es cualquier cosa que está delante de ti, cualquier cosa que realmente está sucediendo. Te guste o no, ahora está lloviendo. «No debería estar lloviendo» es simplemente un pensamiento.
En realidad, el «debería» y el «no debería» no existen. Son sólo pensamientos que imponemos a la realidad. Sin los «debería» y «no debería», podemos ver la realidad tal como es, y esto nos hace libres para actuar de una manera efectiva, lúcida y sensata. Tómate el tiempo que necesites. The Work consiste en descubrir lo que es verdad en lo más profundo de tu interior. Ahora estás escuchando tus respuestas, no las de otras personas ni tampoco cualquier otra cosa que hayan podido enseñarte. Esto puede resultar muy perturbador, porque estás entrando en lo desconocido.
A medida que continúes sumergiéndote más profundamente, permite que la verdad que está en tu interior salga a la superficie a fin de responder a la pregunta. Sé amable mientras llevas a cabo tu indagación. Permite que la experiencia te embargue completamente.
2. ¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad?
Si la respuesta a la primera pregunta es sí, pregúntate: «¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad?». En muchos casos, la afirmación sólo parece ser verdad. Claro que lo parece. Tus conceptos se basan en una vida entera de creencias que no has investigado.
Tras despertarme a la realidad en el año 1986, en muchas ocasiones advertí que la gente, en las conversaciones, los medios de comunicación y los libros hacía afirmaciones como estas: «En el mundo no hay suficiente comprensión», «Hay demasiada violencia», «Deberíamos amarnos más los unos a los otros». Son historias que yo también solía creer. Parecían ser afirmaciones sensibles, amables y humanitarias pero cuando las escuchaba, advertía que creer en ellas me provocaba tensión y me impedía sentirme sosegada interiormente.
Por ejemplo, cuando escuchaba la historia: «La gente debería ser más afectuosa», surgían en mí las preguntas: «¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad? ¿Puedo realmente saber por mí misma, en mi interior, que la gente debería ser más afectuosa? Aun cuando el mundo entero me diga que así debería ser, ¿es realmente verdad?». Y para mi sorpresa, cuando escuché mi voz interior, vi que el mundo es lo que es, nada más y nada menos. En lo referente a la realidad, no hay ningún «debería ser». Sólo hay lo que es, de la manera que es y en este mismo momento. La verdad es anterior a cualquier historia. Y cualquier historia, antes de la investigación, nos impide ver lo que es verdad. Finalmente, podía indagar sobre cualquier historia potencialmente incómoda:
«¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad?». Y la respuesta, como la pregunta, constituía una experiencia: No. Permanecía aferrada a esa respuesta: solitaria, tranquila, libre. ¿Cómo no iba a ser la respuesta correcta? Toda la gente que conocía y todos los libros decían que la respuesta debería ser sí, pero yo llegué a comprender que la verdad no puede ser dictada por nadie, porque tiene una existencia propia. En presencia de ese no interior, comprendí que el mundo es siempre como debe ser, me opusiese a él o no. Y llegué a aceptar la realidad con todo mi corazón. Amo el mundo, sin condiciones.
Si tu respuesta continúa siendo sí, bien. Si piensas que tienes la absoluta certeza de que eso es verdad, lo adecuado es pasar a la tercera pregunta.
3. ¿Cómo reaccionas cuando tienes ese pensamiento?
Con esta pregunta empezamos a advertir la causa y el efecto interiores. Te das cuenta de que, cuando crees en el pensamiento, experimentas una sensación incómoda, una perturbación cuya intensidad puede variar desde un tenue malestar hasta el miedo o incluso el pánico. Después de que las cuatro preguntas me descubriesen, reparaba en pensamientos como: «La gente debería ser más afectuosa» y observaba que me provocaban un sentimiento de desasosiego. Me daba cuenta de que, antes del pensamiento, sentía paz. Mi mente estaba tranquila y serena. Así era yo sin mi historia. Entonces, en la quietud de la conciencia, empecé a observar los sentimientos que provenían de mi apego a ese pensamiento. Y en esa quietud pude ver que el resultado de creer en ese pensamiento era un sentimiento de desasosiego y tristeza. Cuando me pregunté: «¿Cómo reacciono cuando tengo ese pensamiento, cuando creo que la gente debería ser más afectuosa?», comprobé que no sólo experimentaba una sensación de incomodidad (esto era obvio), sino que también reaccionaba elaborando imágenes mentales. Para demostrarme que ese pensamiento era verdad, me iba volando un mundo que no existía Había reaccionado viviendo en un cuerpo lleno de tensión y viéndolo todo a través de unos ojos temerosos; era una sonámbula, alguien sumido en una pesadilla interminable. El remedio consistía sencillamente en investigarlo.
Adoro la tercera pregunta. Una vez que la respondes por ti mismo, una vez que comprendes la causa y el efecto de un pensamiento, todo el sufrimiento empieza a desenmarañarse.
4. ¿Quién serías sin ese pensamiento?
Esta es una pregunta muy poderosa. Imagínate en presencia de la persona sobre la que has escrito cuando está haciendo lo que tú crees que no debería hacer. Ahora cierra los ojos durante uno o dos minutos, respira profundamente e imagina quién serías si no fueses capaz de tener ese pensamiento. ¿De qué manera cambiaría tu vida en la misma situación pero sin ese pensamiento? Mantén los ojos cerrados y observa a esa persona sin tu historia. ¿Qué es lo que ves? ¿Cómo te sientes con ella sin tu historia? ¿Cómo la prefieres: con o sin tu historia? ¿Qué resulta más amable? ¿Qué resulta más apacible? Para muchas personas, la vida sin sus historias es literalmente inimaginable. No tienen ninguna referencia. Por esa razón, una respuesta común a esta pregunta es: «No lo sé». Otras personas responden diciendo: «Sería libre», «Tendría paz» o «Sería una persona más afectuosa». Tú podrías decir: «Estaría lo bastante lúcido para comprender la situación y actuar con eficacia». Sin nuestras historias no sólo somos capaces de actuar con eficacia y sin miedo, sino que también nos convertimos en un amigo que sabe escuchar. Somos personas que viven felizmente su vida. La apreciación y la gratitud se han convertido para nosotros en algo tan natural como respirar. La felicidad es el estado natural de alguien que sabe que no hay nada que saber y que ya tiene todo lo que necesita aquí y ahora.
Haz la inversión
Con este propósito, escribe de nuevo tu afirmación. En primer lugar, escríbela como si la hubieses escrito sobre ti. Donde has puesto el nombre de la persona sobre la que estás hablando, pon el tuyo. En lugar de «él» o «ella», escribe «yo». Por ejemplo: «Paul debería ser amable conmigo» se convierte en: «Yo debería ser amable conmigo misma» y «Yo debería ser amable con Paul». Otro tipo de inversión es la de 180 grados. Con ella conseguimos el extremo opuesto: «Paul no debería ser amable conmigo». No debería serlo porque no lo es (en mi opinión). No es una cuestión de moralidad, sino que sencillamente es verdad. Quizá llegues a descubrir tres, cuatro o incluso más inversiones posibles para una sola afirmación. O tal vez sólo haya una que sea verdadera para ti.
Considera si la afirmación invertida es tan verdadera como (o incluso más verdadera que) la original. Por ejemplo, la inversión «Yo debería ser amable conmigo misma» parece tan verdadera como (o más verdadera que) la afirmación original, porque cuando pienso que Paul debería ser amable conmigo, me enfado y me lleno de resentimiento, y de este modo, me provoco mucha tensión nerviosa. Esto no es ser amable con uno mismo. Si fuese amable conmigo misma, no tendría que estar esperando la amabilidad de los demás. «Yo debería ser amable con Paul»: esta inversión también es, al menos, tan verdadera como la afirmación original. Cuando pienso que Paul debería ser amable conmigo y me enfado y me lleno de resentimiento, lo trato secamente, en especial en mi mente. Mejor empezar por mí misma y actuar como me gustaría que actuase Paul. En cuanto a «Paul no debería ser amable conmigo», eso es, con toda seguridad, más cierto que lo opuesto. No debería ser amable porque no lo es. Esa es la realidad. La inversión es una parte de The Work muy poderosa. Mientras pienses que la causa de tu problema está «ahí fuera» - mientras pienses que cualquier persona o cualquier cosa es la responsable de tu sufrimiento-, la situación es irremediable. Significa que te sitúas para siempre en el papel de víctima, que estás sufriendo en el paraíso. De modo que empieza a llevar la verdad a casa y a liberarte. La indagación combinada con la inversión es el camino más rápido para llegar a comprendernos a nosotros mismos.
La inversión para la afirmación del punto 6
Esta inversión Hoja de Trabajo es un poco distinta a las demás. Substituimos «No quiero... nunca más...» por «Estoy dispuesto a„.» y «Estoy deseoso de...». Por ejemplo, «No quiero discutir nunca más con Paul», al invertirse queda así: «Estoy dispuesta a discutir con Paul de nuevo» y «Estoy deseosa de discutir con Paul de nuevo».
El objeto de esta inversión es el de aceptar toda la vida. Decir y querer decir: «Estoy dispuesto a...» da lugar a la apertura, la creatividad y la flexibilidad. Cualquier resistencia que puedas haber sentido se suaviza y esto te permite iluminarte, en lugar de seguir aplicando desesperadamente la fuerza de voluntad, o la mera fuerza, para erradicar esa situación de tu vida. Decir y querer decir: «Estoy deseoso de... » es una manera de abrirte activamente a lo que la vida despliega ante ti. Es bueno reconocer que los mismos sentimientos o la misma situación pueden suceder de nuevo, aunque sólo sea en tus pensamientos. Cuando comprendes que el sufrimiento y el malestar son la llamada para iniciar la indagación, probablemente empieces a esperar con ilusión los sentimientos molestos. Tal vez incluso los consideres amigos que vienen a enseñarte que todavía no has investigado el camino con la suficiente meticulosidad. Ya no es necesario esperar a que la gente o las situaciones cambien a fin de experimentar la paz y la armonía. The Work es la manera más directa de orquestar tu propia felicidad.
*Compartido desde:
http://www.oshogulaab.com/BYRONKATIE/BYRONKATIE-AMARLOQUEES.html
*Web de Katie:
http://thework.com/en
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