La técnica de Imaginación Activa de Jung
La
imaginación activa es una técnica terapéutica consistente en un contacto
voluntario de la parte consciente de la persona con su parte inconsciente, y en
una posterior interacción o diálogo dinámico entre ellas a través de imágenes
simbólicas, mentales o psíquicas. Se realiza en el plano de la imaginación o
ensueño, pero siempre estando plenamente consciente la persona. Es una técnica
de interacción entre nuestras partes consciente e inconsciente, empleada con
fines terapéuticos y de integración e individuación. Esta técnica, como
las técnicas hipnóticas o algunas otras de contacto con el mundo no consciente,
está en principio contraindicada en psicóticos y trastornos
similares, así como en personas con trastorno TOC o bipolar.
Como proceso,
la técnica va a ser flexible ya que busca adaptarse a cada individuo y a sus
necesidades, pero de manera general y resumida:
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La imaginación activa parte de un estado de relajación, ensoñación o
concentración interna de algún tipo, lo más libre posible del fluyo
habitual de pensamientos de la mente consciente. El estado del paciente es de
receptividad, sin juicios ni autocensura, lo ideal será dejar aflorar todo lo
que venga, por vergonzoso, extraño, inmoral o inconexo que le pueda parecer.
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Una vez en ese estado de conexión con el propio mundo interior, se puede conectar
con una emoción, sueño, pensamiento, sensación corporal… para dejar
que vaya tomando libremente forma o imagen. O sencillamente, tras
dejar en blanco la mente, se espera a la aparición de alguna imagen o forma
mental, observándola sin aferrarse a ella.
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A partir de ahí, se va permitiendo que la representación imaginativa
cambie, fluya, y se interactúa con ella si es apropiado… El solo hecho de
observar el material inconsciente suele producir algún tipo de cambio o
aprehensión de él. En el mejor de los casos, tras las sesiones se produce una
transformación y una integración del material inconsciente.
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Se considera importante, para continuar la interacción entre consciente e inconsciente
y hacer una correcta integración final, hacer tras el ejercicio algo
que plasme en el mundo real lo que se ha experimentado: con dibujos,
relatos, textos, danzas, música… de forma que la mente consciente “haga algo
objetivo, material” con lo que el inconsciente proporciona, para continuar el
diálogo entre ambos.
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Posteriormente, el material y la comprensión o aprendizaje que ha
surgido tiene posibilidad de ser profundizado en terapia, llevado a
la vida diaria por el paciente, indagado en más profundidad mediante esta u
otras técnicas…
Se
trata de un recurso terapéutico que busca el diálogo entre el consciente y el
inconsciente, en busca de información, respuestas, revelaciones e integración
de contenidos no conscientes, como parte del camino de autoconocimiento
personal del paciente.
La
descripción que el propio Jung hace del proceso de la Imaginación Activa, como
lo describe Wilhelm, es la siguiente:
“Como he dicho, este proceso puede tener lugar espontáneamente o ser inducido artificialmente. En el último caso escoja un sueño o alguna otra imagen-fantasía, y concéntrese sobre ella contemplándola y reteniéndola. También puede utilizar el mal humor como punto de arranque, y entonces intente averiguar qué tipo de imagen-fantasía se produce, o qué imagen expresa este estado de ánimo. Luego fije esa imagen en la mente concentrando su atención. Normalmente se alterará, pues el mero hecho de concentrarse en ella la animará. Las alteraciones deben ser cuidadosamente anotadas todas las veces, porque ellas reflejan los procesos psíquicos en el fondo inconsciente, los cuales aparecen en forma de imágenes constituidas por los recuerdos de la memoria consciente. De esta manera, consciente e inconsciente se unen, de la misma forma que una cascada conecta lo de arriba con lo de abajo. Una cadena de ideas de fantasía se desarrolla y gradualmente asume un carácter dramático: el proceso pasivo se pone en acción. Al principio consiste en figuras proyectadas, y estas imágenes se observan como escenas en el teatro. En otras palabras, usted sueña con los ojos abiertos. Como regla, hay una marcada tendencia simplemente a disfrutar este entretenimiento interior y no pasar de ahí. Entonces, por supuesto, no hay ningún progreso verdadero, sino sólo variaciones interminables sobre el mismo tema, lo cual de ningún modo es el objetivo del ejercicio. Lo que se representa en el escenario todavía sigue siendo un proceso de fondo, no mueve de forma alguna al observador, y cuanto menos lo mueva menor será el efecto catártico de este teatro privado. La pieza que está siendo interpretada no requiere simplemente ser observada imparcialmente, quiere forzar a su participación. Si el observador entiende que su propio drama está desarrollándose en ese escenario interior, él no puede permanecer indiferente a la trama y a su desenlace. El notará, cuando los personajes aparezcan uno a uno y la trama se complique, que todos ellos tienen una relación definida con su situación consciente, que está siendo dirigido por el inconsciente, y que eso provoca que las imágenes-fantasía aparezcan ante él. Por consiguiente se siente compelido, o animado por su analista, para que tome parte en la obra y en lugar de sentarse simplemente en un teatro, le pide cuentas a su “alter ego.”
(Wilhelm, 2017).
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