Poner límites a los demás, la importancia de proteger nuestra integridad emocional
Todas las personas traemos al venir al mundo un fuerte instinto de supervivencia, una energía que nos mueve a autodefendernos del mundo exterior, cuya finalidad es protegernos de ataques y peligros. Es gracias a ella que hemos podido sobrevivir como especie durante cientos de miles de años.
Al vivir en una sociedad moderna, esta tendencia a la autoprotección no es ya tan necesaria contra peligros externos como los depredadores o los ataques de otros seres. Sin embargo, sigue teniendo su función para protegernos de otro tipo de ataques menos evidentes y que son muy peligrosos para nuestras emociones e integridad psicológica: las críticas, exigencias de los demás y de la sociedad o la cultura, maltratos psicológicos, chantajes emocionales, desvalorizaciones... Los problemas que se pueden presentar con esta energía son por externalizarla demasiado o por reprimirla. Hoy prestamos atención a la represión de la ira. Y es que las normas sociales, la influencia de un grupo cultural o religioso, las familias que valoran el conformismo y la obediencia, las propias tendencias a la sumisión o a evitar conflictos... pueden bloquear, negar o reprimir ese instinto. Así, permitimos día tras día agresiones (verbales, físicas, sociales...), demandas externas constantes y abusos emocionales sin defendernos de ellos. Pero ese instinto no puede eliminarse. Esa energía quedará dentro, lastimada por las ofensas e injusticias, inquieta como una fiera enjaulada. Y se manifestará de distintas maneras: ira desmedida contra personas o situaciones que no tienen que ver con quien nos agrede, con depresión (que es en ocasiones una auto-agresión), con ansiedad general, frustración vital, autocríticas internas devastadoras (la "fiera" nos ataca a nosotros/as, al no consentir que esa energía ataque a nuestros agresores externos, se gira hacia el interior)...
La solución, ya la podéis imaginar... pasa por reconocer y también agradecer a esa parte su labor, y dejarle realizarla de una manera apropiada para nosotros/as y para nuestro entorno. Permitirle hacer su función de manera equilibrada, sin culpas ni miedos. Es aprender a negarse a lo que resulta tóxico, poner límites a los que dañan, evitar situaciones y personas agresoras, expresar necesidades propias, decir NO... Se pueden poner límites y autoprotegerse con mucha creatividad, incluso con cortesía o con sentido del humor. No es necesario agredir ni ser hostil para defenderse y poner límites. Las fieras no siempre necesitan pelear. Cuando sienten que invaden su territorio, les suele bastar con una mirada, un rugido o un movimiento para hacer saber al otro dónde está su límite.
Si necesitas ayuda con este u otros problemas o dificultades, puedes solicitar una sesión de asesoramiento gratuita para valorar iniciar un acompañamiento o terapia que te sirva para mejorar tu vida.
Marta Rodríguez Álvarez
Centro ALECÉS
Rúa Círculo das Artes, nº 18.
-Lugo-
Tlf. 633 421 884
marta25@gmail.com
(CITA PREVIA)
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