El sentimiento de culpa. Un ejercicio para transformar una emoción torturadora en reparadora

El sentimiento de culpa aparece cuando sentimos que hemos transgredido alguna norma interna.

Nuestro comportamiento, igual que las naciones o las ciudades, se rige por una serie de normas que hemos ido adoptando desde la infancia, bien porque las hemos aprendido de nuestra familia, de la escuela, de la sociedad... o porque nosotros mismos/as hemos decidido que debían formar parte de nuestro código interno: no robar, no mentir, acudir a ver a nuestros padres todos los domingos sin falta, dales a nuestros hijos/as todo lo que nos pidan, respetar a nuestra pareja, obedecer a nuestros padres en todo lo que digan sin cuestionarlo, trabajar sin parar todo lo que sea posible... todas estas normas son ejemplos de "leyes" no escritas ni quizás conscientes que nos aplicamos con rigor. 
Algunas normas internas son exageradas o injustas, o demasiado rígidas... algunas se han quedado obsoletas, no las hemos revisado desde niños/as y seguimos aplicándolas de mayores, aún cuando no nos sirve ya. Por eso es un buen ejercicio, cuando nos sentimos culpables por algo, pararnos a pensar qué norma moral interna hemos transgredido, y revisar si debemos cambiar el acto que nos ha hecho sentir culpables, o quizás debemos cambiar la norma porque es demasiado estricta o ya no nos sirve.

El sentimiento de culpa es una señal de aviso, igual que la ira, el miedo, la ansiedad o la depresión... estos sentimientos no son malos por sí mismos. Son avisos de que algo no va bien a nivel de pensamiento o de conducta, y nos alertan de que debemos hacer algún cambio para recuperar el equilibrio. Al encontrar el cambio que debemos hacer, la luz de aviso (el sentimiento de culpa) desaparece por sí mismo, porque ya ha cumplido su cometido.

Cuando aparece la culpa, es porque hay dos partes dentro de la persona: la evaluadora o censora y la evaluada. La parte censora es la que dice: "Eres culplable de lo que has hecho, no mereces ser feliz, mereces un castigo...". Realmente es una parte guardiana que está ahí para hacer cumplir las normas que nosotros mismos/as hemos creado. Por su parte, la parte evaluada se siente culpable, sufre, y acepta los castigos y el malestar que se le imponen.

Un buen ejercicio para tratar con los sentimientos de culpa intensos o muy recurrentes es hacer un juicio interno de las dos partes interiores  implicadas. Sentarse con los ojos cerrados e imaginarse a las dos partes, la evaluadora y la evaluada, conversando como si fuesen personas reales:

1. Imagina que la parte evaluadora te habla. Deja fluir los sentimientos y palabras, que se exprese esa parte tuya con total libertad y con detalle. Deja que le diga a la otra parte:

"Te acuso de...." 
"Porque has transgredido la norma de...."
"Que hayas hecho eso me hace sentir...."
"Mi castigo va a ser..."

2. A continuación deja que el acusado responda, que explique por qué ha transgredido la norma, cómo se siente, si cree merecer el castigo o no... que exponga su punto de vista ampliamente. 

3. Sigue la conversación hasta que ambas partes expongan todos sus argumentos y lleguen a un acuerdo satisfactorio para ambos como cambiar esa norma, perdonar por esta vez al acusado, comportarse mejor la próxima vez...


El hecho de poner en claro qué norma se ha transgredido, por qué se ha hecho y cuál es el núcleo de esa norma y su origen, te ayudará mucho a clarificar la situación, verla desde un punto de vista razonable y aliviar tu culpa, convirtiéndola en algo reparador y no en una tortura exagerada y que no sabes ni de dónde viene... 
En terapia se realizan a veces ejercicios similares, provenientes de la psicología transpersonal, humanista o de la PNL para explorar sentimientos y sanar emociones que causan malestar, con resultados muy positivos.


Marta Rodríguez Álvarez



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